El viaje que no hacemos

Estoy seguro que muchos no conocen Europa, yo no la conozco. Aunque me cuesta admitirlo es porque nunca quise. No soy millonario, pero al igual que todo aquel que lea este párrafo, no fui porque nunca quise ir. Porque de haber querido hubiese sido menos fiel a lo que me dicen mis ojos. Las personas gastamos mucho dinero en nuestra imágen. Muchísima mas de lo que un gaucho cree. Si contamos las veces que vamos a la peluquería (en especial las mujeres fieles amantes de los jóvenes manos de tijera), las veces que compramos ropa no sólo para abrigarnos, las veces que pintamos la casa o las uñas el dinero es mucho. Todo es dinero, plata, money o lecops. Todo sale. Sale y vale. Una remera con un estampado que diga "Kiss Me Fucking Baby", vale lo mismo que las tasas e impuestos del aeropuerto de Madrid. Lo que una mujer gasta quitándose pelo de todo el cuerpo es equivalente a un tour por Praga, ni hablar de lo que gasta en cambiar de color su cabello, por ese dinero uno se puede dar el lujo de pedir matrimonio a su pareja en una góndola dirigida por el 5 de Juventus. Si los hombres se dejaran de comprar camisetas de fútbol podrían ir directamente a ver la final de la Eurocopa en vivo. Y me incluyo aunque mis camisetas vienen de feria (latino) americana. Doy Fe (decía Palito Ortega) que hasta el menos vanidoso de los humanos en el camino derrocha oro en su cuerpo. Porque aunque se haga su ropa con cuero de animales que el mismo caza, tiene primero que gastar plata en balas. Si todas las casas fueran iguales, también las toallas y cortinas, papeles higiénicos y ¡¡¡pañales!!!, ¿cuál es la necesidad de comprar pañales celestes a los bebés machos y rosas a las hembras?, si ahí es donde dejan su cacona, ¡no donde aprenden a leer!. Si los bebés defecaran en pañales blancos a los 5 años ya tendrían hecha una visita al Louvre. Así que cuándo vayan de shopping piensen en el Arco del Triunfo y cuando elijan ropa interior piensen en el C"u"liseo. Hay que ver menos tele y viajar mas por un sueño.