miércoles, 28 de enero de 2009

Dueños de nuestra tierra

Mucha gente dice ser dueña del pedazo de tierra en el que mora. Muchos le pagan a quien dice ser dueño del terreno donde vive. Un anciano escribe un testamento y deja sus propiedades a sus herederos. Curioso es pensar como esa tierra llegó a pertenecer a ese anciano. Pudo haberla comprado o pudo haberla heredado, pero en realidad ese chalet en las sierras nunca fue suyo, ni la quinta de fin de semana, ni el sexto piso del resto de la semana. El abuelo del anciano o su abuelo debió decidir un día que ese terreno le pertenecía. Lo pudo decidir por sus amistades, o por su estrato social o por tener la escopeta mas temida. El suelo americano es y será de los americanos. De los americanos que son americanos antes de que el término América exista. Los reales dueños de la tierra son pobres. Un jovencito que camina dos horas diarias para asistir a una escuela en la Puna no sabe que sus propiedades heredadas lo hacen millonario, ya que su bisabuelo era el real dueño de ese campo que ahora es decorado con alambres. ¿Cómo es posible que la gente que peor vive en nuestro continente sean los dueños reales de toda su extensión?. Iván tiene 7 años y vive en Bolivia. Ivancito es dueño del pueblo donde vende helados para poder comer. Sin embargo nadie se lo reconoce porque no tiene un título de propiedad. Ivancito no sabe todo esto, y vive feliz. Pero tiene que pagar para vivir en el mismo lugar que vivieron cientos de generaciones de su familia. El es un pequeño ejemplo de un fenómeno que se repite una y otra vez en todo nuestro continente. Pero la vida no es tan difícil para todos, menos si uno pertenece a la tribu Benetton del Sur.