Un día tuve
una idea genial. Una idea tan genial que en realidad eran billones de ideas, y
no solo eso, esas billones de ideas creaban otras billones de ideas más, que a
su vez creaban otras de manera infinita e inagotable. Era mi mejor idea.
Durante siglos y siglos mi idea fue creciendo, y las nuevas ideas que de ella
surgían, me dejaron de recordar como lo que era, su creador. Mis ideas tuvieron
ideas que las alejaban de mí, al punto de olvidarme. Yo siempre pude ver dentro
de ellas, porque ellas eran ideas mías más allá que no lo supiesen. Aunque no me reconocieran yo estaba dentro de cada
una de ellas, desde la más grande a la más pequeña, todas tenían algo de mí. Las
ideas más antiguas me recordaban y me respetaban como su creador, pero las
ideas más jóvenes e inexpertas casi no
me reconocían, más allá de que las ideas más viejas trataran de comunicarles
quien era su creador, las nuevas ideas creían solo en lo que las rodeaban al
momento de nacer. Yo no las juzgo, a veces, la idea que les llegaba de quién
era su creador era difusa y lejana a la verdad. Yo lo sé porque estuve ahí, mucho más cerca de
que lo que creían, dentro de cada una de ellas, allí en el origen. Yo las amo a
todas por igual, al fin y al cabo, todas son mis ideas. No hay nada que decirles porque al estar dentro de ellas, en su interior saben todo lo que yo sé. Me gusta verlas crecer y reproducirse, de esta manera tengo mas ideas y mas experiencia. Hay veces que me tengo que contener para no decirles quién soy y que ellas no corren riesgo al estar dentro mío y yo de ellas. A veces sienten miedo creyendo que algo les puede pasar, y hasta creen estar solas. Pero me contengo, prefiero que hagan su camino y creen muchas mas ideas mientras tanto. Son tantas y tan variadas que hasta yo mismo me sorprendo de las ideas que surgen de mis ideas.Y así estamos, mis ideas que son pedazos de mi, y yo que soy ellas, y ellas son una idea es genial.
miércoles, 9 de diciembre de 2015
sábado, 27 de junio de 2015
Cordero
Alguna vez fui cordero y me comieron. Era
lógico, yo ya estaba en edad, mi carne era sabrosa y cumplía quince la mayor de
las hijas de la chacra. Me acuerdo que me fueron a buscar al corral, vinieron
el padre y el hermano de la cumpleañera. Yo estaba con dos de mis hermanos, nos
miraron a los tres y en ese momento el muchacho me señaló, y ahí me di cuenta
que todo estaba dicho. Un escalofrío me corrió por la espalda, sentí la
vibración de la muerte en todo mi cuerpo. Tuve miedo, después me sentí libre.
El hombre mayor me tomo entre sus brazos y me llevó a la sombra de un árbol, no
hizo falta que me aten, me mostré rendido ante ellos desde el principio.
Recuerdo el sonido del metal del cuchillo afilándose en una piedra húmeda,
recuerdo el olor a orina, a pasto, el tiempo se detuvo. Primero me tomaron del
cuello, era una mano grande, seca y caliente. Después sentí el ardor del metal
que me penetraba unos centímetros más abajo, el último dolor. Quise sentir odio
pero no pude, ya estaba en una realidad donde solo existe amor. Sentí un amor
profundo por las dos personas que cortaban mi carne, pude ver que no lo hacían
con malicia, ellos me habían criado. Satisfecho por la escena los despedí y me
fui. Volví a ser carne, y me olvidé todo lo sucedido. Ahora mi cuerpo es
humano, no tengo lana ni como pasto. Pero una mañana se me cruzó la idea de que
alguna vez fui cordero y me comieron.
viernes, 8 de mayo de 2015
SUEÑO
Estamos soñando
despiertos. Despiertos allá, soñando acá. Pero como en la mayoría de los
sueños, no nos damos cuenta que estamos soñando. No es un sueño igual al que
podemos experimentar cuando dormimos. Está en otro código, más denso. Hace
muchos años vivíamos sabiendo que esto era un sueño, pero nos fuimos olvidando.
Nuestra codicia nos cegó, y empezamos a vivir el sueño como si fuera nuestra
vida real. Creímos que estos cuerpos
somos nosotros, que hay peligro de que realmente nos suceda algo malo en este
mundo, y así creamos el miedo. Y con el miedo nos dominamos entre nosotros
desde viajes épocas, ahora remotas. Y lo más ilógico de todo: creamos el miedo
a la muerte, o sea, que tememos despertar y saber que estábamos soñando. Este
es el precio de ser carne, que la carne siempre quiere hacernos creer que ella
es parte de nosotros. Y a todos nos convence en algún momento. Por eso
iluminarse significa tener claro que cosas son de la carne y que cosas somos
nosotros. La carne tiene un arma muy poderosa: la mente. Ella nos resuelve
muchos problemas, pero si le otorgamos mucho poder nos domina, y nos hunde mas
en el olvido de lo que somos, nos engañamos creyendo que somos nuestras mentes,
que somos carne. La mente desde que nacemos que trabaja en nosotros creándonos
un ego. El ego es la herramienta puntual que la mente usa para que nos
identifiquemos con ella. Todas las emociones negativas que vivimos a diario son
producto del ego, que nos hace creer que somos carne, que la única vida es la
que nos rodea. Todo lo que nos rodea es
algo creado para tener un sueño perfecto, o al menos así lo era. Un planeta
para disfrutar tal cual fue creado, soñando en conjunto. Hoy ya nos olvidamos
de todo eso, tenemos miedo de que la naturaleza nos despierte, creemos en la
muerte. Qué fácil nos dominan, usan nuestro sueño como energía. En lugar de
hacer lo que sentimos, usando todos nuestros miedos nos hacen cumplir ridículas
reglas, consumir estupideces innecesarias, trabajar en cosas que detestamos.
Básicamente regalamos nuestra experiencia en la tierra a la clase dominante.
Ellos nos mantienen enfermos, pobres, cansados a algunos y a otros con
cargos “más importantes” los mantienen
los suficientemente cómodos para asegurarse la lealtad al sistema por sobre el
resto de sus hermanos. Cuando uno está
cómodo no se pregunta tanto ¿por qué? Pasaron tantas generaciones humanas
creyendo que esto era lo real, que el sufrimiento existe, que hoy por hoy es
muy difícil acordarnos de la verdad. Pero la verdad está ahí, nunca se borró
del todo, simplemente estuvo oculta esperando el momento de salir a la luz.
Hubo varios de nosotros que nacieron
despiertos, sabían la verdad y la compartieron. Pero el mensaje de los
despiertos, llamados profetas, fue adueñado por religiones que lo utilizaron
para beneficio de las clases dominantes. En este momento estamos en una época
de transición, transición hacia la verdad. Muchas mentiras están a punto de
caer, grandes mentiras, cosas que casi todos creemos que es verdad. No hay que
tener miedo, hay que rendirse ante lo que está empezando a suceder, aceptarlo
profundamente porque es la verdad. No hay que sufrir por las cosas que van a
pasar, al contrario, hay que aprender de ellas. Para que no nos falte nada hay
que compartir hasta el último grano de arroz. Hay que tener confianza hasta en
el lugar más difícil. Porque esto aparte de ser un sueño, es una prueba.
Vinimos de la misma forma que vamos a los sueños, de una manera inorgánica que
llamamos alma, pero realmente estamos en otro lado. Conectarse con ese que está
allá es la manera de recordar la verdad, nuestra misión. Viajar a nuestro
interior es un camino para llegar a la verdad, pero para eso hay que silenciar
al ego, y esto es muy difícil. Para empezar hay que identificar al ego,
identificarnos como alguien más allá del ego es la parte más difícil. Es como
dar un paso al vacío. Aceptar que no somos
todo lo que creemos que somos da escalofríos. Nuestro pasado en esta
tierra no es nuestro pasado real, ni tampoco nuestro futuro. Estamos todos
juntos en otro lugar donde tampoco tenemos pasado y futuro porque no hay
tiempo.
Es muy
importante que empecemos a recordar lo que somos antes de que sea tarde y
nuestros sueños se transformen en pesadillas. No hay que preocuparse por nada,
todos estamos sanos y salvos en otro lugar. Hay que hacer lo que hay que hacer,
sin sufrir, sin olvidar que todos somos uno en unión con toda la naturaleza.
TEMBLOR
La muerte es un
temblor en todo el cuerpo, la salida del alma genera una gran convulsión en la
carne. La deja vacía de energía vital, lista para ser reciclada por la
naturaleza. Desde un rey hasta un mendigo, todos somos futuros abonos para la
tierra. Aunque embalsamen nuestros cuerpos, porque tarde o temprano algún
explorador va a encontrar nuestra momia. El paso hacia dejar el cuerpo es lo
último que sentimos estando dentro del cuerpo. Nos recuerda a nuestra entrada
en el embrión, la cual ya olvidamos, como todo lo que vino antes. Pero cuando
dejamos la carne dejamos el velo, dejamos el olvido que nos provoca tener un
cuerpo. Despedimos la carne, la dejamos tatuada, panzona o arrugada, eso no
importa, es solo carne. Y carne hay mucha y en constante renovación. La muerte
es el abandono hacia algo nuevo, buscar otra carne, o otra forma física o
simplemente permanecer en lo inorgánico, lo incorpóreo. La muerte es un temblor
porque muchas veces no avisa, como la tierra cuando tiembla, nuestro cuerpo se
va preparando para temblar sin que lo notemos. Un terremoto nos libera de la
gravedad del cuerpo. Debemos despegarnos de los deseos, las cosas y las
personas, despegarnos de todo con lo que nos identificamos siendo un cuerpo.
Porque aferrarse a algo es cuestión de cuerpos, en el mundo intangible uno no
se puede aferrar a nada, pero al mismo tiempo es parte de todo, no solo está
aferrado sino que es incorporado al todo. Los miedos, los rencores, el
sufrimiento son inventos de nuestra época de cuerpo, una vez que lo dejamos nos
damos cuenta de que fuimos engañados por la carne y volvemos a ocupar un cuerpo
para mejorar, y lograr que las conciencias florezcan dentro de la carne, y
seamos quienes realmente somos cuando no tenemos cuerpo. Lo intentamos varias
veces, todos estamos en distintas etapas de nuestro intento por florecer dentro
del cuerpo. No es fácil, el mundo está gobernado por seres que no quieren que
nos demos cuenta de nuestro real potencial como seres de luz. Tientan a la
carne, para que se haga poderosa y nos domine. La comodidad, el
entretenimiento, la mala alimentación y tantas otras cosas que hacen que
prestemos nuestra energía a nuestra parte física y dejemos de la lado al
alma. Nos olvidamos que hacemos y simplemente
dejamos que la carne haga lo que quiera. Estamos aprendiendo, a veces no es
fácil discernir entre la carne y el alma. Un temblor nos unió y un temblor nos
va a separar, mientras tanto vivíamos en la carne desde el alma.
DOS
Son dos y conviven
en la misma casa, en la misma empresa. Cuando cada uno cumple su rol están
bien, pero cuando la calculadora se cree científico es donde todo se trastorna.
Cuando el capitán es reemplazado por el cocinero, el barco va directo a la
comida. Esta el soñador, el creativo, el generoso y libre. Si no fuera por su inteligente
compañero le sería difícil sobrellevar la densidad del ambiente. Más que su compañero, debería ser su
ayudante. Pero al ser este tan perspicaz, a veces se confunden los roles. Y el
calculador quiere resolver temas del soñador, y los resuelve mal, los resuelve
con miedo. Y el libre deja de serlo, hace suyos los errores de su segundo.
Pierde tanto la libertad que termina creyendo que los problemas son propios. El
calculador ya sin carga sale en busca de nuevos límites que atrapen al soñador,
para que no vuele, le tiene miedo a las alturas. Le tiene miedo a todo lo que
no puede calcular, todo lo contrario de su jefe. La mejor herramienta para sacar
del sueño al soñador es el ruido, el despertador, la radio, la televisión, los
autos, sonidos llenos de información interesante solo para el calculador. Es
ahí donde el soñador se duerme más profundamente, al punto de creer que el prudente
es quien dirige la batuta. Pero el calculador también se cansa, pocas veces, se
cansa y dormita, no duerme. Y el soñador despierta, crea, siente, comparte
verdad, vuelve a ser libre. Hasta que el calculador salta de la cama, ve la
situación y con todo arremete contra su patrón. El soñador lo deja pasar, porque
no odia a nadie. Cuanto más ratos tiene para hacer la suya el soñador, mas le
cuesta al otro entrar con su valija de miedos y tiene que despachar algunos por
encomienda. Y cuando se queda afuera un miedo, hay menos olvido y el soñador
puede dar algún paso al vacío, su especialidad. Y los pasos nunca son al vacío,
siempre pisa en algo que no era lo que esperaba pero que igualmente lo
sostiene, y lo incita a dar más pasos como esos. Cada paso del soñador es una
puñalada para el calculador, que como último recurso intenta quedarse con los
méritos del paso. El cauto quiere hacer creer a todo el mundo que el paso fue
idea suya, para que el soñador vuelva a ceder el timón. Y los demás tienen su
papel en esta novela. Por lo general solo hablan con el previsor, ignorando al
dueño del rancho, porque lo conocen mejor, es más extrovertido. El soñador hay
veces que se vuelve un ermitaño, y no quiere saber nada de charlar con los de
afuera. Deja que su compañero de hogar maneje las relaciones exteriores, y este
hace las cosas a su manera. El ermitaño es silencioso y eso pone un nervioso al
parlanchín. Cuando el soñador finalmente sale, se encuentra con una maraña de
situaciones que debe aceptar para resolver. El verdadero autor de los hechos se
mueve a un costado silbando bajito. Pero un ratito nomás, después con cara de
pobrecito pide un poco de tele, o un cigarrillo. Y si el soñador se lo da,
enseguida lo toma del hombro. Y otra vez lo mismo. Todo ese cablerio de
situaciones repetitivas. Lo repetitivo es lo que busca el calculador, la rutina
donde se puede competir, calcular, temer, juzgar. Porque aparte cree ser juez.
Juez de todo. Para el soñador siempre hay sentencias negativas. Para él ir a
juicio es lo mismo que perderlo. Porque el juez tiene la razón y un argumento
para truncar todos sus planes. Jamás le da licencia para un nuevo
emprendimiento. Hay veces, cuando el soñador está lúcido, que se acuerda que no
debe pasar por un juicio para hacer lo que quiere. Y sin armar ninguna defensa
da ese paso, según su compañero, arriesgando todo. Pero el soñador insiste que
no hay riesgo de perder porque él no posee nada, lo que tiene es prestado. Y el
calculador le recuerda que el sí posee cosas y las quiere conservar. Entonces
ahí es donde el soñador debe tomar una decisión. O da un paso más en su sueño,
o se queda quieto y deja que el miedoso de su compañero siga gobernando su
vida.
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