Alguna vez fui cordero y me comieron. Era
lógico, yo ya estaba en edad, mi carne era sabrosa y cumplía quince la mayor de
las hijas de la chacra. Me acuerdo que me fueron a buscar al corral, vinieron
el padre y el hermano de la cumpleañera. Yo estaba con dos de mis hermanos, nos
miraron a los tres y en ese momento el muchacho me señaló, y ahí me di cuenta
que todo estaba dicho. Un escalofrío me corrió por la espalda, sentí la
vibración de la muerte en todo mi cuerpo. Tuve miedo, después me sentí libre.
El hombre mayor me tomo entre sus brazos y me llevó a la sombra de un árbol, no
hizo falta que me aten, me mostré rendido ante ellos desde el principio.
Recuerdo el sonido del metal del cuchillo afilándose en una piedra húmeda,
recuerdo el olor a orina, a pasto, el tiempo se detuvo. Primero me tomaron del
cuello, era una mano grande, seca y caliente. Después sentí el ardor del metal
que me penetraba unos centímetros más abajo, el último dolor. Quise sentir odio
pero no pude, ya estaba en una realidad donde solo existe amor. Sentí un amor
profundo por las dos personas que cortaban mi carne, pude ver que no lo hacían
con malicia, ellos me habían criado. Satisfecho por la escena los despedí y me
fui. Volví a ser carne, y me olvidé todo lo sucedido. Ahora mi cuerpo es
humano, no tengo lana ni como pasto. Pero una mañana se me cruzó la idea de que
alguna vez fui cordero y me comieron.
sábado, 27 de junio de 2015
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