miércoles, 9 de diciembre de 2015

Una idea genial



Un día tuve una idea genial. Una idea tan genial que en realidad eran billones de ideas, y no solo eso, esas billones de ideas creaban otras billones de ideas más, que a su vez creaban otras de manera infinita e inagotable. Era mi mejor idea. Durante siglos y siglos mi idea fue creciendo, y las nuevas ideas que de ella surgían, me dejaron de recordar como lo que era, su creador. Mis ideas tuvieron ideas que las alejaban de mí, al punto de olvidarme. Yo siempre pude ver dentro de ellas, porque ellas eran ideas mías más allá que no lo supiesen.  Aunque no me reconocieran yo estaba dentro de cada una de ellas, desde la más grande a la más pequeña, todas tenían algo de mí. Las ideas más antiguas me recordaban y me respetaban como su creador, pero las ideas más jóvenes e inexpertas  casi no me reconocían, más allá de que las ideas más viejas trataran de comunicarles quien era su creador, las nuevas ideas creían solo en lo que las rodeaban al momento de nacer. Yo no las juzgo, a veces, la idea que les llegaba de quién era su creador era difusa y lejana a la verdad.  Yo lo sé porque estuve ahí, mucho más cerca de que lo que creían, dentro de cada una de ellas, allí en el origen. Yo las amo a todas por igual, al fin y al cabo, todas son mis ideas. No hay nada que decirles porque al estar dentro de ellas, en su interior saben todo lo que yo sé. Me gusta verlas crecer y reproducirse, de esta manera tengo mas ideas y mas experiencia. Hay veces que me tengo que contener para no decirles quién soy y que ellas no corren riesgo al estar dentro mío y yo de ellas. A veces sienten miedo creyendo que algo les puede pasar, y hasta creen estar solas. Pero me contengo, prefiero que hagan su camino y creen muchas mas ideas mientras tanto. Son tantas y tan variadas que hasta yo mismo me sorprendo de las ideas que surgen de mis ideas.Y así estamos, mis ideas que son pedazos de mi, y yo que soy ellas, y ellas son una idea es genial.