viernes, 27 de junio de 2008

El ojo se acostumbra

El ojo se acostumbra a cualquier cosa. Mira hasta que esta cosa le parece algo totalmente normal. Todo deja de sorprender. Un romano se deja de sorprender con el coliseo, para un parisino ver el Arco del Triunfo es cosa de todas las tardes y para un joven del conurbano termina siendo normal ver un arma disparando. Hay gente que se acostumbra a situaciones como ver un muerto, o ver volar un avión o ver durante horas a veintidós muchachos corriendo detrás de un pedazo de cuero. Y eso que hay cosas muy extrañas en el mundo. La forma del cuerpo humano podría ser totalmente distinta, por ejemplo verde, cuadrada y peluda, sin embargo seguiría habiendo modelos, desfiles y escandaletes. Porque el ojo se acostumbra a todo. Lo de todos los días es normal aunque uno viva en los Alpes suizos. Para un boliviano ver el mar puede ser algo increíble, en cambio para Roberto Sosa de Las Toninas sacar arena de sus zapatos diariamente le generó una úlcera. Para la Claudia ver a Maradona es algo tan común como para un adolescente ver un nuevo grano en su rostro. Y las cosas sorprendentes tienen un límite. Entonces ahí es cuando aparece la gente que no se sorprende con nada, gente que ya vio "todo". Hasta hubo que gente que pagó por ir de vacaciones a la luna para ver algo distinto. Es mejor dejar cosas pendientes. Un viaje, una película o un cuadro. También sería bueno que deje de ser común ver un político corrupto, un chico descalzo o un muro infernal. Y eso que es complicado acostumbrarse a la cara de Marley.

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