martes, 23 de diciembre de 2014

La zona tranquila

Imaginemos un circulo invisible que nos rodea como sociedad, al interior de este circulo lo vamos a llamar  “zona tranquila”. Esta “zona tranquila” es donde convenientemente uno se debe ubicar para tener lo que comúnmente se llama una vida normal, o al menos así fue pensado. A medida que crecemos se nos van imponiendo ciertas reglas que debemos tomar como correctas, lo que hay que hacer para ser normal. Estas reglas nos las imponen en la escuela, en los hospitales, y en todo tipo de instituciones, pero principalmente nos las inculcan nuestros padres. Pero nuestros padres no hacen otra cosa que trasladarnos lo que ellos mismos aprendieron (o les impusieron) sobre estas reglas para permanecer en la aparente estabilidad de la “zona tranquila”, y esto va pasándose de generación en generación. Cuando hacemos algo fuera de esta “zona tranquila” recibimos un llamado de atención, por lo general de algún ser cercano a nosotros (obviamente de una persona que se maneja dentro de la zona en cuestión). No solo nos dicen que debemos movernos dentro de esta “zona tranquila” sino que nos trasladan sus miedos a moverse fuera de ella. Ni hablar si cuestionamos algo sobre la “zona tranquila”, ahí es donde vemos como la defienden a uñas y dientes, hasta parecer que no les fue impuesta, sino que todo es una idea personal, es por eso que funciona tan bien. Para vivir dentro de la “zona tranquila” debemos cumplir con varios requisitos, pero básicamente debemos hacer cosas que sean consideradas normales por el resto de la sociedad. Una persona dentro de la “zona tranquila” trabaja, paga impuestos, se atiende en clínicas u hospitales (de acuerdo a su poder adquisitivo), estudia (o al menos lo intenta), consume cosas que van mucho mas allá de lo necesario para vivir, respeta ciertas reglas de convivencia ciudadana, compra o alquila un lugar donde vivir, práctica una religión (aunque cada vez son menos), etc, etc, etc. La “zona tranquila” obviamente se fue adaptando a los tiempos que corren, ya que si fuese más rígida generaría mayor cantidad de personas fuera de ella. Tener hijos fuera del matrimonio hace medio siglo era estar fuera de la “zona tranquila”, cosa que hoy en día no sucede. De hecho si nos remontamos a unos siglos atrás la vida dentro de la “zona tranquila” era diferente en bastantes puntos a la actual. Mientras hagamos cosas dentro de la “zona tranquila” nadie nos va a cuestionar, ahora ante lo primero que hagamos fuera de sus límites, vamos a ser señalados y nos van a exigir explicaciones. Si en vez de comprar, heredar o alquilar un lugar para vivir, simplemente lo tomamos y lo ocupamos, seguramente vamos a recibir quejas por parte de las personas que si pagaron o pagan durante años un lugar como exige el código de convivencia de la “zona tranquila”, ya que si nosotros hacemos lo que ellos no pueden, van a tratar de boicotearnos y decir que no es posible, sacarán todas sus armas para no aceptar lo estúpidos que están siendo pagando por algo que otro puede tomar gratuitamente. Hay una premisa infaltable para vivir en la estabilidad de la “zona tranquila” y esto es no hacerse preguntas. O sea, no preguntarse por qué pagar muchísimo dinero para tener un pedazo de tierra en nuestro planeta sino que seguir pagando. Los ¿Por qué? Son las preguntas que mas enfadan a las personas que viven en la “zona tranquila”. ¿Por qué compraste eso sino lo necesitas? ¿Por qué tomás tanta medicación habiendo tantas plantas curativas? ¿Por qué salen tan caras esas zapatillas si el costo es de un dólar por par? ¿Por qué el costo es de un dólar? Estas y miles de preguntas mas. Por lo general los que nos movemos fuera de la “zona tranquila” somos personas que nos preguntamos mucho: ¿Por qué? A mi esa pregunta me llevó a dejar de tener cuenta en un banco, dejar de tener un trabajo en el que gano mas de lo que necesito para comer, dejar de consumir medicamentos, dejar de comprar ropa o cualquier cosa que no sea alimento, dejar de comer ciertos alimentos porque me enteré de que están hechos. Todo esto gracias a una simple pregunta. Estar fuera de la “zona tranquila”, (donde todo esta orquestado), es empezar a vivir la vida a la manera que a uno realmente le parece. Porque esa es otra cuestión, la gente dentro de la “zona tranquila” cree que es dueño de su vida cuando hasta el mas mínimo detalle de lo que hace ya fue pensado por otro. Uno se puede creer original por comprarse tal par de zapatillas, pero no solo fue pensado por otro el hecho de que la gente compre esas zapatillas, también fueron pensadas para que el que las compre se vaya a su casa pensado en lo original fue al hacerlo. Los alimentos, los espectáculos de cualquier tipo, los medicamentos, todo absolutamente todo dentro de la “zona tranquila” fue pensado con anterioridad. O sea, en la “zona tranquila” uno puede tener hambre, tener ganas de divertirse un rato o enfermarse siempre y cuando sacie esta “necesidad” con cosas que se brindan dentro de dicha zona. Ahora si a uno se le ocurre por ejemplo, sanarse con medicina natural pasa a estar fuera de los límites de la “zona tranquila” y seguramente las personas dentro de ella nos dirán que estamos locos. Peor aún si uno decide parir un hijo en su propia casa, seguramente nos dirán que estamos arriesgando su vida y que es mucho mas sano tenerlo en un hospital donde hacen cesáreas por cualquier motivo. Si dentro de la “zona tranquila” se dice que esta bien vacunarse, todos se vacunan y ven al que no lo hace como un irresponsable, lo que nunca se preguntan es de que está hecha esa vacuna y como es posible que haya mucha gente que no vacunó nunca y sin embargo son muy sanos. ¿Pero quién marca los límites de la “zona tranquila”? Los límites los imponen los poderosos, lideres políticos, religiosos o simplemente corporativos, todos ellos por lo general lo hacen a través de los medios de comunicación. Me cuesta creer como no nos damos cuenta de que estamos siendo manipulados, viviendo una vida dentro de un sistema que se nutre de nuestra energía. Antes al menos era mas obvio, con el látigo o con el fúsil, ahora es mucho mas sutil pero no menos peligroso. Somos esclavos de la “zona tranquila”, nos venden tranquilidad y bienestar para que no nos hagamos muchas preguntas, consumamos todo lo posible y nos muramos sin haber vivido ni un minuto libres de verdad.

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