martes, 23 de diciembre de 2014

El Camino

Todas las personas que experimentaron una situación extrema, es decir, donde su vida o la de algún ser cercano corría riesgo, entenderán si digo que las cosas materiales no valen nada. Por lo general en ese tipo de situaciones hacemos una escala de valores que no es demasiado similar a la diaria, ya que al vernos en peligro lo único que importa es estar bien y vivo. A una persona que le dieron días de vida no creo que le importe si el cartero le entrega tarde ese maravilloso objeto comprado por internet ni creo que un suicida en el aire se ponga mal al divisar desde su vuelo como le roban el stereo del auto, es decir, lo material pierde valor cuando nuestro “yo” orgánico se ve en riesgo de ser abandonado por nuestro “yo” espiritual. Cuando nuestro “yo” de carne ve que está cerca de empezar a descomponerse se olvida de los placeres y los lujos, porque se da cuenta que en realidad el “yo” que importaba en el asunto era el otro, el inorgánico. Vivimos olvidándonos que cada segundo puede ser el último, y esto no es ser fatalista, porque mueren todos los días personas de todas las edades. Si uno realmente esta convencido que la conciencia trasciende lo orgánico y continúa existiendo después de lo que conocemos por “vida”, debería poder vivir la vida con plena tranquilidad y dando lo mejor de sí para el bienestar de los demás. Con los demás me refiero a todas aquellas personas que la vida nos pone en el camino, y con dar lo mejor por ellos no solo me refiero a dar una ayuda material, sino que también brindar una versión plena de uno mismo. En algunos casos puede ser decir unas palabras de aliento, en otros una simple mirada a los ojos y hay veces que hay que compartir el techo con un extraño. No me caben dudas de que si todos viviéramos así, la tierra sería un lugar muy diferente. Dar todo lo que uno tiene también significa recibir todo lo que uno necesita en el momento que lo necesita. Es decir que, si uno se ocupa de dar no debe preocuparse por lo que quiere tener. Primero porque naturalmente uno deja de querer cuando empieza a dar todo, querer cosas en un mundo donde lo mejor que le puede a uno pasar es dar, suena un poco ridículo. Entonces, si uno da, sin esperar nada recibe todo, y todo es exactamente lo que uno necesita, no lo que se quiere ni lo que anhela, sino simplemente lo que necesita. Si en cambio, uno se preocupa por tener lo que quiere, probablemente no reciba lo que necesita, ni tampoco lo van a recibir las personas que se crucen él o ella. Si uno utiliza su tiempo para conseguir cosas materiales utiliza su tiempo en vano, porque las cosas materiales que uno realmente necesita, llegan solas si se confía en que van a llegar. Pero uno no puede saber que es lo que le va a llegar, porque por general los humanos confundimos lo que necesitamos con lo que nos dicen que necesitamos o por lo que creemos que necesitamos. La vida puede ser muy fácil de vivir si uno simplemente acepta las cosas que le suceden como lo que uno necesita en ese momento. Lo que necesitamos puede ser millones de cosas desde un golpe en la cabeza  o ganarnos una rifa hasta que nuestro cuerpo muera. Pero las cosas no funcionan si uno se queda sentado en la puerta de su casa esperando que le llueva comida, para empezar no hay que olvidarse de dar, no solo cosas sino todo nuestro ser. Suena difícil y  es difícil, pero a medida que uno lo práctica resulta cada vez más sencillo. En este camino, hay varios “peligros” o tentaciones que debemos esquivar, sean materiales o no. Las cosas materiales pasaron a ser la gran distracción de la actualidad, el creer que vamos a estar mejor teniendo más o mejores cosas, el consumo es el ídolo que se adora en estos tiempos. Siempre queremos algo más, todo para callar a ese “yo” espiritual que nos pide que le brindemos nuestra energía en lugar de gastarla en conseguir el dinero para poder seguir consumiendo. ¿Qué pasaría si algún día no tuviésemos nada de lo que tenemos? Si uno cree que seria infeliz, debería ir acostumbrándose porque de acá no nos llevamos nada. Nos enfermamos por orden de nuestro “yo” espiritual que al ver que nuestra vida esta malgastándose intenta llamar la atención a través de nuestro cuerpo, y si no oímos sus avisos, que por lo general son varios, abandona el cuerpo como quien se le esta incendiando la casa. Cuando nos enfermamos, tenemos que cambiar para curarnos, no solo nuestras costumbres alimenticias, sino cambiar el rumbo de nuestra vida. Si uno está realmente de espíritu (no solo en apariencia), dando todo a los demás y siendo la mejor versión de uno mismo, difícilmente se enferme, claro que puede morir, que en estos casos no sería mas que un premio, una misión cumplida. Si le tenemos miedo a la muerte es porque algo no estamos haciendo bien en la vida, por lo general es porque estamos siguiendo a nuestro ego que nos inventa necesidades en lugar de abrir los brazos para recibir todo lo que necesitamos. Si uno cree que las cosas le salen mal, o que tiene una especial mala suerte, no es más que un problema de aceptación de lo que nos toca. “Estoy meado por un dinosaurio” me dijo hace poco un amigo que venía de pasar una serie de eventos desafortunados, en realidad tuvo una serie de oportunidades de aceptar lo que le tocaba  que el despreció quejándose de ellas. Probablemente si el primer hecho de la lista hubiese sido tomado con aceptación y humildad, sin sentirse “ofendido” con el universo, el segundo hecho jamás hubiese existido. ¿Qué sucede por ejemplo con la gente que vive en malas condiciones o en la pobreza absoluta? Para mí ahí es donde se ve mas claro lo que nuestro egoísmo genera, no solo esto, el sistema en que vivimos necesita de ellos como fuente fundamental de energía para que sigamos consumiendo. En las villas y zonas excluidas está el reflejo de cómo esta la sociedad hoy en día, esos lugares existen porque hay demasiados egos queriendo cosas y conciencias dispuestas a saciarlos. Aunque en general la gente vive con más solidaridad en lugares pobres que en lugares de ricos. Donde hay menos cosas hay mas conciencia, porque difícilmente haya lugar para ambos. Si se acumulan cosas es mas que nada por falta de conciencia. Que equivocados estamos cuando pensamos que con políticas o estrategias económicas vamos a resolver algo, porque cuando pensamos que resolver algo es ampliar el margen de consumo de la población estamos errados. ¿Cómo va a ser algo bueno que más población se sumerja en el mar consumista y cegador?  Al contrario, un buen gobierno bajaría los niveles de consumo, no obligando a la gente sino convenciéndola, diciéndoles la verdad. Si todos diéramos todo, probablemente nadie tendría más que nadie, no por obligación, sino por voluntad propia. Con “dar todo” me refiero a dar todo, y se puede empezar dando lo que no se este utilizando en este momento, pero si se alcanza un nivel mas alto de fe en el universo, uno puede dar todas sus pertenencias, ya que si uno “vibra” con fe no va a tener necesidad alguna. Pero debemos ser todos, si uno solo no lo hace la armonía se rompe. El comunismo nunca funcionó, entre otras cosas, porque los gobernantes siempre tuvieron más que el resto. El capitalismo da rienda suelta a unos pocos egos que quieren mucho y lo tienen, seguidos de unos egos que también quieren mucho pero tienen poco, entonces viven en desgracia, haciendo todo lo posible por tener un poco mas. Si tienen las herramientas y conocen las artimañas para generar dinero dentro del sistema lo hacen, sino agarran un arma y lo toman de otro modo. De hecho se llegó al punto de que se consume sin siquiera quererlo, sino de manera automática. Cuando tenemos algo guardado porque creemos que lo necesitamos o que en algún momento lo vamos a necesitar, probablemente le estamos negando una necesidad real a otra persona, que precisa eso en este preciso momento. Todo este egoísmo lo podemos ver demostrado físicamente en nuestro planeta, que se degrada día a día, no por casualidad esta degradación creció palmo a palmo con idealización del consumo. Así vamos mal, se nota en el malestar de la gente, en el malestar del planeta y en el bienestar de los egos. La ecuación de cambio es muy simple, no querer nada, dar lo que se tiene y aceptar lo que nos toca. Estoy profundamente convencido de que si uno vive así esta en el camino correcto, pero esto no es un sálvese-quien-pueda como el mundo capitalista-consumista, al contrario lo más importante de todo es ayudar y dar todo para que todos veamos el camino, y de la mano caminemos para el mismo lado. El día en que los ricos y los que quieran tener cosas sean los marginales, vamos a estar en el umbral de la era del nuevo hombre. 

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