Todas las personas que
experimentaron una situación extrema, es decir, donde su vida o la de algún ser
cercano corría riesgo, entenderán si digo que las cosas materiales no valen
nada. Por lo general en ese tipo de situaciones hacemos una escala de valores
que no es demasiado similar a la diaria, ya que al vernos en peligro lo único
que importa es estar bien y vivo. A una persona que le dieron días de vida no
creo que le importe si el cartero le entrega tarde ese maravilloso objeto
comprado por internet ni creo que un suicida en el aire se ponga mal al divisar
desde su vuelo como le roban el stereo del auto, es decir, lo material pierde
valor cuando nuestro “yo” orgánico se ve en riesgo de ser abandonado por
nuestro “yo” espiritual. Cuando nuestro “yo” de carne ve que está cerca de
empezar a descomponerse se olvida de los placeres y los lujos, porque se da
cuenta que en realidad el “yo” que importaba en el asunto era el otro, el
inorgánico. Vivimos olvidándonos que cada segundo puede ser el último, y esto
no es ser fatalista, porque mueren todos los días personas de todas las edades.
Si uno realmente esta convencido que la conciencia trasciende lo orgánico y
continúa existiendo después de lo que conocemos por “vida”, debería poder vivir
la vida con plena tranquilidad y dando lo mejor de sí para el bienestar de los
demás. Con los demás me refiero a todas aquellas personas que la vida nos pone
en el camino, y con dar lo mejor por ellos no solo me refiero a dar una ayuda
material, sino que también brindar una versión plena de uno mismo. En algunos
casos puede ser decir unas palabras de aliento, en otros una simple mirada a
los ojos y hay veces que hay que compartir el techo con un extraño. No me caben
dudas de que si todos viviéramos así, la tierra sería un lugar muy diferente.
Dar todo lo que uno tiene también significa recibir todo lo que uno necesita en
el momento que lo necesita. Es decir que, si uno se ocupa de dar no debe
preocuparse por lo que quiere tener. Primero porque naturalmente uno deja de
querer cuando empieza a dar todo, querer cosas en un mundo donde lo mejor que
le puede a uno pasar es dar, suena un poco ridículo. Entonces, si uno da, sin
esperar nada recibe todo, y todo es exactamente lo que uno necesita, no lo que
se quiere ni lo que anhela, sino simplemente lo que necesita. Si en cambio, uno
se preocupa por tener lo que quiere, probablemente no reciba lo que necesita, ni
tampoco lo van a recibir las personas que se crucen él o ella. Si uno utiliza
su tiempo para conseguir cosas materiales utiliza su tiempo en vano, porque las
cosas materiales que uno realmente necesita, llegan solas si se confía en que
van a llegar. Pero uno no puede saber que es lo que le va a llegar, porque por
general los humanos confundimos lo que necesitamos con lo que nos dicen que
necesitamos o por lo que creemos que necesitamos. La vida puede ser muy fácil
de vivir si uno simplemente acepta las cosas que le suceden como lo que uno
necesita en ese momento. Lo que necesitamos puede ser millones de cosas desde
un golpe en la cabeza o ganarnos una
rifa hasta que nuestro cuerpo muera. Pero las cosas no funcionan si uno se
queda sentado en la puerta de su casa esperando que le llueva comida, para
empezar no hay que olvidarse de dar, no solo cosas sino todo nuestro ser. Suena
difícil y es difícil, pero a medida que
uno lo práctica resulta cada vez más sencillo. En este camino, hay varios
“peligros” o tentaciones que debemos esquivar, sean materiales o no. Las cosas
materiales pasaron a ser la gran distracción de la actualidad, el creer que
vamos a estar mejor teniendo más o mejores cosas, el consumo es el ídolo que se
adora en estos tiempos. Siempre queremos algo más, todo para callar a ese “yo”
espiritual que nos pide que le brindemos nuestra energía en lugar de gastarla
en conseguir el dinero para poder seguir consumiendo. ¿Qué pasaría si algún día
no tuviésemos nada de lo que tenemos? Si uno cree que seria infeliz, debería ir
acostumbrándose porque de acá no nos llevamos nada. Nos enfermamos por orden de
nuestro “yo” espiritual que al ver que nuestra vida esta malgastándose intenta
llamar la atención a través de nuestro cuerpo, y si no oímos sus avisos, que
por lo general son varios, abandona el cuerpo como quien se le esta incendiando
la casa. Cuando nos enfermamos, tenemos que cambiar para curarnos, no solo
nuestras costumbres alimenticias, sino cambiar el rumbo de nuestra vida. Si uno
está realmente de espíritu (no solo en apariencia), dando todo a los demás y
siendo la mejor versión de uno mismo, difícilmente se enferme, claro que puede
morir, que en estos casos no sería mas que un premio, una misión cumplida. Si
le tenemos miedo a la muerte es porque algo no estamos haciendo bien en la
vida, por lo general es porque estamos siguiendo a nuestro ego que nos inventa
necesidades en lugar de abrir los brazos para recibir todo lo que necesitamos.
Si uno cree que las cosas le salen mal, o que tiene una especial mala suerte,
no es más que un problema de aceptación de lo que nos toca. “Estoy meado por un
dinosaurio” me dijo hace poco un amigo que venía de pasar una serie de eventos
desafortunados, en realidad tuvo una serie de oportunidades de aceptar lo que
le tocaba que el despreció quejándose de
ellas. Probablemente si el primer hecho de la lista hubiese sido tomado con
aceptación y humildad, sin sentirse “ofendido” con el universo, el segundo
hecho jamás hubiese existido. ¿Qué sucede por ejemplo con la gente que vive en
malas condiciones o en la pobreza absoluta? Para mí ahí es donde se ve mas
claro lo que nuestro egoísmo genera, no solo esto, el sistema en que vivimos
necesita de ellos como fuente fundamental de energía para que sigamos
consumiendo. En las villas y zonas excluidas está el reflejo de cómo esta la
sociedad hoy en día, esos lugares existen porque hay demasiados egos queriendo
cosas y conciencias dispuestas a saciarlos. Aunque en general la gente vive con
más solidaridad en lugares pobres que en lugares de ricos. Donde hay menos
cosas hay mas conciencia, porque difícilmente haya lugar para ambos. Si se
acumulan cosas es mas que nada por falta de conciencia. Que equivocados estamos
cuando pensamos que con políticas o estrategias económicas vamos a resolver
algo, porque cuando pensamos que resolver algo es ampliar el margen de consumo
de la población estamos errados. ¿Cómo va a ser algo bueno que más población se
sumerja en el mar consumista y cegador?
Al contrario, un buen gobierno bajaría los niveles de consumo, no
obligando a la gente sino convenciéndola, diciéndoles la verdad. Si todos
diéramos todo, probablemente nadie tendría más que nadie, no por obligación,
sino por voluntad propia. Con “dar todo” me refiero a dar todo, y se puede
empezar dando lo que no se este utilizando en este momento, pero si se alcanza
un nivel mas alto de fe en el universo, uno puede dar todas sus pertenencias,
ya que si uno “vibra” con fe no va a tener necesidad alguna. Pero debemos ser
todos, si uno solo no lo hace la armonía se rompe. El comunismo nunca funcionó,
entre otras cosas, porque los gobernantes siempre tuvieron más que el resto. El
capitalismo da rienda suelta a unos pocos egos que quieren mucho y lo tienen,
seguidos de unos egos que también quieren mucho pero tienen poco, entonces
viven en desgracia, haciendo todo lo posible por tener un poco mas. Si tienen
las herramientas y conocen las artimañas para generar dinero dentro del sistema
lo hacen, sino agarran un arma y lo toman de otro modo. De hecho se llegó al
punto de que se consume sin siquiera quererlo, sino de manera automática.
Cuando tenemos algo guardado porque creemos que lo necesitamos o que en algún
momento lo vamos a necesitar, probablemente le estamos negando una necesidad
real a otra persona, que precisa eso en este preciso momento. Todo este egoísmo
lo podemos ver demostrado físicamente en nuestro planeta, que se degrada día a
día, no por casualidad esta degradación creció palmo a palmo con idealización
del consumo. Así vamos mal, se nota en el malestar de la gente, en el malestar
del planeta y en el bienestar de los egos. La ecuación de cambio es muy simple,
no querer nada, dar lo que se tiene y aceptar lo que nos toca. Estoy
profundamente convencido de que si uno vive así esta en el camino correcto,
pero esto no es un sálvese-quien-pueda como el mundo capitalista-consumista, al
contrario lo más importante de todo es ayudar y dar todo para que todos veamos
el camino, y de la mano caminemos para el mismo lado. El día en que los ricos y
los que quieran tener cosas sean los marginales, vamos a estar en el umbral de
la era del nuevo hombre.
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